Marruecos se resumen en una colección de medinas convertidas en auténticos laberintos en los que perderse a otro tiempo, de suntuosos palacios que parecen haber salido de las páginas de las mil y una noches, así como paisajes que se pierden más allá de la cordillera del Atlas para transformarse en palmerales y vastos desiertos con dunas perfectas sobre las que contemplar en silencio cómo se pone el sol.
Descubre sus imprescindibles:
Ksar de Ait Ben Haddou
Se conoce por ksars o ksours a las ciudades fortificadas por los bereberes, la mayoría con murallas de adobe, muchas de las cuales se encuentran en el sur de Marruecos (aunque también las hay en otros países del Magreb).
Marrakech y la plaza de las maravillas
En la amurallada Marrakech todos los caminos de la medina llevan a un solo lugar, la Plaza Jemaa el-Fna que se va transformando a cada minuto para convertirse en uno de los mayores espectáculos del mundo. La vida de este lugar, alumbrado por la fastuosa mezquita Koutoubia (hermana de la Giralda de Sevilla) facilita un encuentro seguro con sacamuelas, echadores de cartas, encantadores de serpientes (y lo que no son serpientes), monos de la berbería, vendedores de tres al cuarto, predicadores, echacartas, bohemios y una amplia colección de turistas boquiabiertos que no se creen lo que allí sucede.
Las Gargantas del Dadés y Todra
Los valles del Dadés y Todra ofrecen algunos de los paisajes más espectaculares de Marruecos, con sus gargantas y cañones kársticos. La garganta del Dadés situada en el Alto Atlas, la primera que encontrarás si vas en dirección al desierto de Merzouga, es la que ofrece mayor variedad de paisajes y podríamos decir, resulta más espectacular.
Fez
Desde las vetustas tumbas benimerines se puede comprender desde fuera cómo es esa red de calles y callejones que no terminan en ninguna parte y que parecen haberse quedado varadas en un tiempo lejano.
Essaouira, la antigua Mogador
Ciudad portuaria a menos de tres horas de carretera desde Marrakech (180 km). Los portugueses, que la habitaron y fortificaron con gruesas murallas, la llamaron Mogador. De hecho se trata de uno de los puestos defensivos portugueses más fuertes e importantes de la costa este africana, un paso necesario para su ruta marítima hacia las Indias orientales.