No hay nada que dé más rabia que quedarse con las ganas de hacer algo porque… ¡sólo se vive una vez!.

Todos nos hemos ido de vacaciones con la familia, un grupo de amigos o con tu pareja… y a veces es genial y te lo pasas de muerte. Pero en otras ocasiones puedes sentir que no tienes ni voz ni voto, que siempre tienes que ceder y que son otros los que deciden por ti.

Hoy, te damos algunas razones por las que un viaje en solitario te hará sentir como nunca.

 

Tú pones los límites

Pues bien, ahora no necesitas pedir permiso, ni ponerte de acuerdo, ni coordinar agendas. Puedes irte cuando (y a dónde) tú quieras.

 

Conoces gente

Por otro lado, cuando viajas solo se te acercan otros viajeros en la misma situación con los que quién sabe, puede surgir una amistad para toda la vida o simplemente, una charla interesante.

 

Nadie te juzga

te vistes como quieras, comes lo que quieras y si tu inglés no es el mejor, ya mejorará. Viajar solo es ser quien tú quieras sin miedo al qué dirán, así que simplemente, haz lo que te apetezca.

 

Te quedas con lo mejor

Si te vas de vacaciones solo o sola podrás disfrutar de tú tiempo y planificar lo que vas a hacer a tu ritmo, sin prisas y sin tener que preocuparte por si tus compañeros de viaje se cansan o prefieren echarse la siesta.

 

Depuración física y mental

Cuando te vas de viaje solo, no vuelves igual. Esa semana o días que estés viajando solo te servirán para poner en claro tus ideas, reflexionar y conocerte mejor a ti mismo. Volverás renovado y con las pilas muy cargadas, probablemente, hasta decidas qué hacer en situaciones en las que dudabas.